martes, 14 de diciembre de 2010

Las excavaciones. Inicio y desarrollo de las mismas.


Gruesas capas de ceniza cubrieron dos ciudades situadas en la base de la montaña, y sus nombres y localizaciones fueron olvidados. Herculano fue redescubierta en 1738, y Pompeya diez años mas tarde, en 1748.
Intervino como patrono y visitante frecuente de los trabajos, el Rey Carlos VII de Nápoles, mucho más conocido como Carlos III de España entre 1759 y 1788, antes de que muriera en Madrid. Este Rey siguió con el trabajo, patrocinando expediciones arqueológicas hispanas en, por ejemplo, Yucatán, sobre restos de pirámides mayas, muy conocidas hoy en día.
Desde entonces, ambas villas han sido excavadas revelando numerosos edificios intactos, así como pinturas murales. Realmente el descubrimiento tuvo lugar en el año 1550, cuando el arquitecto Fontana estaba excavando un nuevo curso para el río Sarno. Aun así, hubo que esperar 150 años más antes de iniciar una campaña para desenterrar las ciudades. Hasta esa fecha, se asumía que Pompeya y Herculano se habían perdido para siempre, cayendo en el olvido.
Se ha sostenido la teoría (sin demostrar) de que Fontana (arquitecto que dicen fue el primero en descubrir Pompeya, en 1550, durante una excavación para el río Sarno) encontró algunos de los famosos frescos eróticos, y debido a la estricta moral reinante en su época los enterró de nuevo en un intento de censura arqueológica. Excavadores posteriores plasmaron en sus informes que los lugares en los que estaban trabajando habían sido desenterrados y enterrados de nuevo con anterioridad.

El foro, los baños, muchas casas y algunas villas permanecieron en un sorprendente estado de conservación. Un hotel de 1000 m² fue descubierto a escasa distancia de la ciudad, y hoy en día se le conoce como "Gran Hotel Murecino". Además, como comentamos en la actividad anterior sobre Pompeya, se pudieron conservar las figuras de personas que sufrieron en sus propias carnes la devastadora voracidad del Vesubio en aquella época.

Pompeya es la única ciudad antigua de la que se conoce de forma precisa su estructura topográfica, sin modificaciones posteriores. No estaba distribuida en un plano regular como solía ocurrir con las ciudades romanas, debido a la irregularidad del terreno. Pero sus calles eran rectas y formaban una rejilla al más puro estilo romano, con su cardo y su decumano. Estaban pavimentadas con piedras poligonales y había casas y comercios a ambos lados.
La ciudad ofrece un cuadro de la vida romana durante el siglo I. El momento "inmortalizado" por la erupción evidencia literalmente hasta el mínimo detalle de la vida cotidiana. Por ejemplo, en el suelo de una de las casas, una famosa inscripción “Salve, lucrum” ("Bienvenido, dinero"), quizás con intención humorística, nos muestra una sociedad comercial perteneciente a dos socios, Sirico y Numiano (aunque este último bien podría ser un apodo, ya que “numus” significa moneda). En otras casas abundan los detalles sobre diversos oficios, como los trabajadores de la lavandería (que trabajaban las ropas con orina, ya que es un buen “desinfectante”). "Pintadas" grabadas en las paredes son muestras del latín empleado en la calle.

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